1
Devorar al déspota destino
es hacienda de festivos derruidos,
de alegres con cara de asco,
de bastardos lanzados escaleras abajo.
Si esta lluvia refrescara además el desasosiego,
el descocimiento del botón de mi esperanza;
quiero decir si pudiera reunir lo anhelado,
si amar fuera posible, como invocar musas o brujas,
como acortar el tramo y llegar a la muerte
en aquel momento cuando fuimos un fruto implorado,
cuando existir era alargar el beso
y ningun adios oteaba nuestras comarcas,
la promesa del cariño se deshacia en el vaso.
Que tristeza refugiarme solo de esta lluvia latosa,
que agonía mi pasión que se hiela,
que agonía tu estar lejos,
que agonía todo esto aquí escrito.
2
Era tuerto el fantasma de la pasión,
tuerto para no ver la mitad desgraciada
de todo amor,
y tenía las fuerzas vanas
como hijo de Onán, el que tiró la semilla.
Ni la ventanilla del autobús
ni el estiércol de las bancas públicas
podianle sobar sobroso el dolor.
Adoraba a ese
triste yo,
jamelgo encosquillado,
gordo ratón quesadillero,
borrachito de pueblo,
el que miren miren: como trastabilla.
Luego el ojo bueno de ese cariño
no veía sino soles indomables,
las caderas de ella como esculpidas
en el paramo del tiempo,
indomable, ingobernable
como el tiempo es,
no siendo cada
vez
3
La tristeza como un hueso con pellejo pegado,
la tristeza de un corazón que viaja como bala que se
encaja,
la tristeza de un gato empapado de cerveza,
la tristeza del beso que es el último cada vez,
la tristeza de un bato píldoro dormido en la ruta,
(soñando tus piernas),
la tristeza clavada al teclado,
con cada dedo
clavada,
con cada tecleo grabada,
mi tristeza en un papelito doblado en cuatro, (con el número
escurrido),
bajo el teni, mientras me arrastro camino al parnaso sin
gloria;
ese donde la marea es retraída y no voltea,
ese que reniega con el tufo a mariguano,
esa mi montaña de los grifos románticos despellejados.
Luego, al bajar,
otra vez tú y esa tristeza,
tristeza de carnita al hueso pegada.
4
Existen minerales
preciosos que se forman de aglutinadas gelatinas lúbricas, suelen adquirir el
tono bermellón de lo que es lumbrera sin correa, tienen las aristas
informes como el vuelo de un ave abrumada que se caza en la red de las camas
destendidas: los amantes envainados, y los pies helados y el poder de los mil
sementales que no son, que nunca son. Hay brotes de floresta olorosa en la
habitación, tengo un rubí ignoto entreverado en el pecho, una estrella
encarnada que te desea y que se arrastra contenta como un caracol liberado
de la concha.
5
Que es espina de cacto
mi amante deslucida en la escena.
Ella era la liberta
deliciosa y sin cautela
que todos amaríamos,
en cualquier barbecho,
en cualquier instante.
Pero es morboso el querer prohibido
y es dolorosa la rasgadura
en la piel por la anunciada espina.
Ya no podré quererte,
ya cesarán los brindis de la fantasía,
amaneceré flácido en la orilla de la cama
trepado a tristes sueños que
ya no cabalgaran nunca.
6
Entre los días y los días
Hay días como este.
Silencioso,
Casi sin estar,
Sin sentirse,
Igual a la caricia dada,
(como un lagarto lazado en la sábana)
Y es triste por hondo y angustioso
porque no es nuestro
y es que es verdad:
nada es nuestro.
Al sol le duelen las rodillas,
los chanates que lo saben
ofrecen el raudo plumaje,
y los que interminables
se besan en las bancas
nada alcanzan de esta verdad.
7
Tenía razón la
sombra: posó por fin el ala oscura y el rescoldo de luz no valió ni un perdón.
Estar triste como estar de algo embebido, como estar maduro en el árbol de la
vida, (y caerse), de esta vida chacala, hiena de hienas. Aunque las venas se
alisten para doler, aunque el turbio silencio corra por ellas, así amada guarda este ámbar carmesí, escóndelo de
los mirones. Apriétalo adentro de tu bonita vagina; hazme creer que estoy
hechizado, dame ese boleto de ida para soslayar el tormento, o podemos contar
hormigas, o cerrar la puerta y besarnos, o escondernos uno del otro hasta que
el tedio dominé al conjuro.
8
Las rabiosas golondrinas del desamor,
gorriones que pián hip hop,
cuervos tiernos que sirven desayunos en las terrazas,
torcazas de cuando labios y labios hacían besos,
garzas sobredopadas de rutilantes licores,
pajarillos de alambre que dicen tu nombre;
las alas de todos no dan para unas alas mías.
Tendré veintisiete de andar fastidiado,
veintisiete surcos cavados en el desierto,
veintisiete vueltas tras mi propia cola,
ninguna dentellada,
ninguna buena compañera que se comporte como
la actriz de una película romántica;
me refiero a malvaviscos por su cuerpo desnudo,
me refiero a perpetuar la obstinación humana,
me refiero a un abrazo dado por dos con dobles ganas.
He querido decir que te amaba y recité la receta del flan
de traumado,
aquí tienes estas espinas que me crecen cuando no deseas
encontrarme.
Todos los luegos y los otros días que son largos,
tristes, vacios,
como un cariño frustrado que moja los pantalones y llora
y me hace llorar también,
y me hace llorar tu ausencia, tu distancia,
tu sello de hembra en la jungla, una fiera sin la pericia
de mirar atrás
a comprobar la felonía del macho que exagera, que clama,
que parlotea.
He querido hacer un poema de amor
Y he escrito un inventario de tristeza solitaria.
9
Fumar un toque en la Cama, con las ansias muy saltimbanquis
con las nostalgias muy aderezadas,
fumar despacio el toque de la mañana
como si orar no sólo fuesen cantos y golpes.
Ahí están afuera la patrullas y las rutas,
están los vendedores de piedra y los niños que pegan corazones
de goma sobre el
corazón de carne,
fumar el toquecito como ungir sobre el alma esperanza,
calma, calma.
No puedo dejar de llorarte o no quiero nada más
desmontar el potro negro de lo ilusorio:
que muerte tan cruel es la del amor,
siempre desenvaina la espada cuando uno comienza
a trazar el ataque,
no me digan que esto es falacia, bocadillo del pasado.
Fumar el toque de la mañana
y recibir la revelación de un sufrimiento largo,
un tragadero de gusanos del tobillo al alma.
10
Flor ensortijada del silencio,
culera culebra que lamenta
a pico revertido los laudes de Satán,
y reses mansas sacrificadas para Isis.
La muy fría y distante se atreve a encumbrase en mi
neurosis,
desde ahí vocifera:
es un tipo curioso que resulta divertido pero sólo unos
minutos,
después lo mejor es cortar cualquier ligamento que comience
a crecer,
dile que luego y que después y cierra todas las estancias
donde reposan lujuria y ternura,
ordena a los perros de tu egolatría que des-alen a ese
irredento
pordiosero de los atajos interminables,
a ese bosquejo de hombre marchito en la estación de las
acacias,
a ese que luce un cariño nunca otorgado, un amor de
folletín siempre imposible.
Y postrado a las faldas de mi adoración, pido perdón por
ser un esclavo inquieto,
no he sabido habitar su palabra callada, he dado
volteretas junto a los canes
que cazan limosnas a la entrada del templo y también he
sido un
hombre ridículo con incalculables ganas de abrazar la
eternidad en brazos de una
basta mentira como la anunciada:
una muchacha sencilla que juegue con los vellos de mis
nalgas.
11
La lluvia tiene
esqueleto,
un armazón de agua de llanto
que florese en corazones ateridos tras las ventanas,
corazones amantes que se duelen siglo tras siglo,
porque es una la farsa y uno el doliente,
y no hay blandura más cruel
que este esqueleto aguado
que decrece,
que en mi corazón amante decrece.
un armazón de agua de llanto
que florese en corazones ateridos tras las ventanas,
corazones amantes que se duelen siglo tras siglo,
porque es una la farsa y uno el doliente,
y no hay blandura más cruel
que este esqueleto aguado
que decrece,
que en mi corazón amante decrece.
12
Ya aprendí a incendiar ternuras trémulas, ya sé rasgar
paredes de corazones amantes, ya conozco el cómo y el cuál de la crueldad que
sueltan al marchar los grises ejércitos del hasta nunca.
Qué de cerveza y de licores gasté en el camino, que de
florecillas temblorosas en la cumbre, con horror de observar tanto motor en
zumbadera como el amor mío zumbado, en pio castigo por desear tu olor, tu
hondura.
Sí, uno es viejo y siempre niño, sí, el amor es un
recipiente para verter un líquido cualquiera, sí, uno es viejo y amar no salva
pero entretiene. Sí, el cordón de esta garganta se birló, sí, estamos muertos
todo el día.
13
Y es que es líquido
mi no estar avezado,
y es que es primacía de alfajor mi tormenta,
y es que mi mano quiere a la suya tiernamente,
y es que me escurro finito y ausente.
Pretender de revuelos el ensueño,
pretender acolchonado el desengaño,
pretender su corazón estropeado,
pretender curarlo con fracciones de amor edulcorado.
Reflejo del sí en un no consternado,
reflejo del no en un sí nunca llegado,
reflejo del sol de su piel esplendente,
relejo de dios en su gruta salina.
Confíesole mi pasión indigna,
confíesole mi locura estridente,
confíesole que la persigo,
confíesole que todo es nuevo y sorprendente.
y es que es primacía de alfajor mi tormenta,
y es que mi mano quiere a la suya tiernamente,
y es que me escurro finito y ausente.
Pretender de revuelos el ensueño,
pretender acolchonado el desengaño,
pretender su corazón estropeado,
pretender curarlo con fracciones de amor edulcorado.
Reflejo del sí en un no consternado,
reflejo del no en un sí nunca llegado,
reflejo del sol de su piel esplendente,
relejo de dios en su gruta salina.
Confíesole mi pasión indigna,
confíesole mi locura estridente,
confíesole que la persigo,
confíesole que todo es nuevo y sorprendente.
14
Ya que va de tilos
amargos
la premura y de azahares
filosos el portento,
querer tu labio a mordidas
querer rabioso tu pecho.
la premura y de azahares
filosos el portento,
querer tu labio a mordidas
querer rabioso tu pecho.
Iba ahí la lámpara
maldecida,
iba ahí la lucerna ingente,
si no estuvieras de luto por ese doliente,
si no fuera mi viril insignia un destajo,
si no quemara esta suerte de navío
todas las vestales estatuas de mi suerte
y creyeras mis promesas arrebatadas
ciertas y perenes,
yo le dicto al corazón de este canario
providencias de amador encaramado,
yo te quiero muchacha acalambrado,
yo te siento venir desajustada y urgente,
yo vitupero mi estupor de amador farsante
y a las rosas abiertas de una vez les declaro:
que son olas de sangre pura
las palabras y la cercanía volcánica,
que yo quiero tu robusta tiranía,
tu claridad realista de capitana
y tu amor ajeno que no alcanzaré nunca,
todavía.
iba ahí la lucerna ingente,
si no estuvieras de luto por ese doliente,
si no fuera mi viril insignia un destajo,
si no quemara esta suerte de navío
todas las vestales estatuas de mi suerte
y creyeras mis promesas arrebatadas
ciertas y perenes,
yo le dicto al corazón de este canario
providencias de amador encaramado,
yo te quiero muchacha acalambrado,
yo te siento venir desajustada y urgente,
yo vitupero mi estupor de amador farsante
y a las rosas abiertas de una vez les declaro:
que son olas de sangre pura
las palabras y la cercanía volcánica,
que yo quiero tu robusta tiranía,
tu claridad realista de capitana
y tu amor ajeno que no alcanzaré nunca,
todavía.
15
La nieve quema las
manos y las flores, la lluvia las hace crecer. De repetidas maneras entra uno
hasta ser el otro y así, siguen y siguen. La brisa es querellosa y finita,
rebusca en los hombros, en los huecos de los huesos. DULCEMENTE es un alacrán
con diez espinas, diez maldiciones de sangre para la alegría, el bobo adora la
lluvia. Arrancado del abrazo falso de esa gente, de toda la gente, el bobo es
gota de agua contra la cornisa y antigua
tierra húmeda y dolorosos saltos hacia atrás en la memoria y ponzoña de estío.
Y la lluvia la hace
crecer.
16
Esta vez no te
lanzará una manzana podrida,
dice el fantasma de la impotencia,
la próxima es la última,
dice el fantasma del alcoholismo,
cien miligramos cada tres horas,
dice el fantasma de las benzodiacepinas,
llora con llave puesta,
dice el fantasma de la soledad,
hasta que rujan las tripas,
dice el fantasma de las tres y quince,
no hay crucifijos en la sopa,
dice el fantasma del ateísmo,
no des muestras de animo,
dice el fantasma de la neurastenia,
no confieses tus patrañas,
dice el fantasma del egoísmo,
vuelve a marcar,
dice el fantasma de la obsesión.
dice el fantasma de la impotencia,
la próxima es la última,
dice el fantasma del alcoholismo,
cien miligramos cada tres horas,
dice el fantasma de las benzodiacepinas,
llora con llave puesta,
dice el fantasma de la soledad,
hasta que rujan las tripas,
dice el fantasma de las tres y quince,
no hay crucifijos en la sopa,
dice el fantasma del ateísmo,
no des muestras de animo,
dice el fantasma de la neurastenia,
no confieses tus patrañas,
dice el fantasma del egoísmo,
vuelve a marcar,
dice el fantasma de la obsesión.
17
Me quemo de
extrañarte, de no arrumbarnos entre cielo y pasto. Ser como los amantes que
inventó el cine o ser dos vainas que un cálido viento junta de tarde en tarde.
Ardo amor de tu no caricia cuando reto al desvelo en naufragios de ceniza. En
la pira de estos días soy un camaleón
sin disfraz de espinas: luzco la falsedad de los vestidos hipócritas, así remo
sin avanzar detenido en la hondura de tu silencio, así clausuro todas las
puertas de la falsa ternura.
Caen palomas
heridas del techo, caen cicatrices que la ciudad no perdona, será que no ha de
ser de otra manera, será amor que me deshueso sin tu lengua atrevida, que me
hielo de hiel sin tentar tu curva marmolina, tu pubis de bellos raptado, por el
que repto sin encallar los dedos en el ritmo desgarbado. Ardo amor de tu no
caricia, me quemo de extrañarte.
18
sordera e
intoxicación:
que
desesperanza lamer tus fotos, quebradero
de corazones de añil.
La tregua
entre la niña y yo fue un pacto bendito,
la quiero
como al soplo de un inalcanzable meteoro,
quiero su
cabello corto y sus grandes ojos,
como en la
historia otros han querido ojos y senos y espantos.
Sobre
el escenario de los sexos ella abrió las piernas y la bruma abrió
y ahora todo
eso es un chorro de tibio esperma orbitando en la almohada.
Adormecido
está el petirrojo del deseo, que en una fiesta de esas muy tremebundas,
aleteó sobre
sus grandes pestañas, sobre su sombrerito también rojo
y tembló
sobre mi voz implorante.
Aprieto y
restriego mi alba estrellada,
contra el
cogote la lengua sedienta,
contra el
amor la cordura de que no me quieras,
como
zapatitos blancos sin manchas no quieren a botas de obrero,
como lunas
amadas no quieren cometas trompeteros,
contra el
fastidio de una tarde bebida e inhalada,
amada, amada,
amada, vuelvo a poner sobre el suelo
estas mis
rodillas y abro los brazos
para recibir amada, amada,
amada,
el eclipse de un ángel pendenciero
que incendie
con amores este lunes
infinito y
doloroso.