martes, 3 de julio de 2007

LOS LIBROS Y LOS AÑOS

2000

RETRATO DE ALICIA


Serpentea la risa,
putrida solloza la mujer del cantinero
canta flamenco,
rie...
escucha...

En sus grises momentos
colecciona aves mutiladas
micos camaleones.

Presiento una desgracia
el pecho me devora
marcando dolor,
lagartijas tostadas.

Cuando estés dormida y tus ojos
caídos al lino se encuentren
recuerda amar más:
a un cristo mariguano (al que tu quieras)
a un guerrillero vencido, ódialo más
al poeta que te escribe todos los lunes,
Cuando despiertes ilumina con sangre tu feo
retrato blanco y negro,
toma los colores del autobús de las seis,
hurtalos de tus incomprensibles sueños
recuerda, las barrenderas los guardan en su ropa interior.

ESQUINA VUELTA DE VUELTA A LA ESQUINA
ESQUINA OTRA VEZ VUELTA OTRA VEZ
¡que redondos ojos poseen tus peces,
tus eses, tus, tus, tus, tus, tus, tus...


2005

FRANCIS


Soy travesti y me gusta Francis.
Él ha estado toda la vida en la fachada de la iglesia del barrio donde vivo. LÑa gente dice que se llama Adán, que la tipa que está a su lado con esa manzana es su mujer y se llama Eva. Yo sé que se llama Francis y que me quiere a mí.
Todos los domingos me dice cuanto me ama. Me le quedo viendo a los ojos, ñél ve los míos, así me dice que me quiere.
Francis está cansado de ser una estatua. Lo sabía la noche que lo traje a mi casa, lo sé ahora que lo he devuelto.
La ciudad era presa de una ola de frío, yo tenía ganas de sentir calor, el calor de un amante, la fogosa presencia de aquella figura varonil y protectora.
Salí de casa con las herramientas necesarias, un costal y un muñeco, uno de esos gorilas de peluche que traen un letrero en el pecho "eres lo mejor". Subí hasta donde estaba Francis, le corté la base, lo eche en el costal y en su lugar puse el gorila, estaba nerviosa, bajé rápido y me fui corriendo a casa.Lo acaricié, besé su cuerpo, bailamos, (con dificultad). Erauna persona felis, como nunca lo había sido, pero aún así tenía miedo, un terror espanrozo a ser descubierto y juzgado, incluso sentía nervios, podría ser linchado por los fanáticos.
Regresé a Francis cuatro horas después de haberlo robado, lo coloqué en la misma postura, retiré el muñeco, lo apreté junto a mi pecho, camino a vcasa dejé caer algunas lágrimas. Las noches de frío llegaron a su fin.
Al otro día toda la gente que asiste a la iglesia vio como siempre a Francis erguido y feliz, pero ninguno de ellos pudo explicarse por qué a la estatua le había desaparecido su alegre y pequeño falo.
2007

ERES UN PENDEJO PERO ME CAES BIEN

Los primeros días de aquella semana se habían presentado con un sol cruel que, aparte de iluminarlo todo, provocaba sudor en el cuerpo y aquello era un fastidio porque los sobacos, el culo y los huevos, cuando sudan a granel, no son partes anatómicas agradables, sobre todo los tanates, el sudor es más apestoso y su viscosidad alcanza dimensiones asquerosas. Aunque la amenaza del calor se había ido para el miércoles y éste era un no menos fastidioso jueves nublado, Ramiro aún sufría la criminal presencia del sudor en sus testículos juveniles, los vellos estaban adheridos a sus muslos, la comezón no le dejaba desocupadas las uñas para rascarse y el olor se intensificaba con los residuos de semen extraído a propósito en las sesiones de amor manual de la noche anterior; porque jalársela una vez, para Ramiro, no era nada delicioso, su dosis para la felicidad consistía en cuatro masturbaciones diarias; una entre las cortinas de la ventana y las otras tres en la noche, acostado, alucinando con todas las viejas que a su juicio merecían una medalla en el campeonato del onanismo, que merecían el chisgetazo gelatinoso de la alegría; estas afortunadas respondían a un nombre y un entorno, además de una jerarquía y un orden de aparición: Alma la de quinto semestre de nalguitas paradas y tetitas chiquitas; Esperanza la alta de culo frondoso pelo negro sonrisa de felicidad después de una mamada; Minerva la secretaria treintona de panocha madura resentida con el marido ojos de mirada contenta mientras te empalo por atrás; Eliza la flaca tetona sin nalgas pero flexible jugadora de basket y la vecina trenzuda de nalga morena. Cada una de las mujeres ocupaba su lugar especifico en las masturbaciones de Ramiro, que por el número de veces que las ejecutaba tenía los músculos cansados y caminaba como desamparado. Ese miércoles lluvioso le sudaban los huevos y la verga le dolía, pero las ganas por llegar a casa y acostarse para darse de jalones lo tenían apresado, con preocupación. Había salido de clases en la prepa vespertina y caminaba con desanimo. Trataba de no pensar en sus revistas porno, ni en las mujeres que le gustaban, pero no podía tranquilizarse, por todas partes veía culos, mujeres tetonas con sus culos hermosos; tenía la mirada cansada como si no hubiese dormido por semanas. La mano derecha parecía un convaleciente temblando en el hospital. Todas esas mujeres caminando enojadas o sonriendo y ninguna a su lado.

Lo vieron acercarse, se aconsejaban y reían, se aventaban, ahí viene ahí viene. La primera fue Alma, se adelantó unos pasos, le cerró el camino, le clavó la mirada, tenía las manos atrás, en la espalda y le sonreía sin decirle palabra, Ramiro se exaltó, arqueó las cejas, soltó la mochila que sostenía con la mano izquierda, quiso salir corriendo, salir corriendo para atrás, o por un lado o volar o metérse bajo las alcantarillas, pero cuando quiso huir ya lo tenían rodeado. Por qué te asustas cabroncito, ay pobrecito, si nada más queremos que nos digas porque haces eso, ya sabemos que cuando pasamos junto a tu ventana te la jalas, si a poco crees que no te vemos, si te pones rojo rojo, y la mano nada más se ve que tiembla bajo el marco del vidrio, pero ni creas que te tenemos miedo, vas a ver pendejo, vas a ver nos vamos a desquitar. Ramiro no pensaba ni creía nada, ni decía nada, aquel era un momento frío, que lo tenía congelado, el sudor de su pecho y huevos era helado, el sudor en sus manos también. Las mujeres lo tomaron de la ropa, de los brazos y las piernas y se lo llevaron cargado a menos de una cuadra, a un conjunto de condominios; en uno de ellos vivía Eliza, la había seguido tantas veces, tantas buenas eyaculaciónes y ahora entraba en su casa. El almanaque del sagrado corazón, la tele, la repisa con la foto del papá, el cuadro de los girasoles, un monito de cartón en la puerta, la entrada, la cama, todas al rededor de él, le quitaban la ropa y él seguía sudando. La tarde tranquila, un poquito de luz del día estaba acostada en la cama junto a él y le iluminaba el cuerpo, las viejas lo desvistieron todo, luego empezaron a encuerarse. Ramiro éste es tu sueño, te queremos ayudar ya para que te calmes, para que dejes de andar con eso de jalártela todos los días que no es cosa buena. Las mujeres dejaban libres sus culos y sus tetas, sus cuerpos olían, olían, olían, sus pezones, unos rozas, otros cafés, lunares, poco vello, mucho vello, le ponían el chango en la cara y él, con miedo, sacaba la lengua y raspaba la piel, algunas húmedas, otras secas. Dos le besaban los pies, una le mamaba el miembro, otra estaba sobre su cara. Sintió que se lo estaban tragando, sintió la mordida de las vaginas, temblaba, y las putas viejas arriba de él, a éste no se le para ya tenemos un rato y no, mejor que se largue el pendejo que ni para eso sirve, pinche inútil por eso te la has de jalar tanto, porque ni coger puedes, joto, joto.

Lo que era fiesta caía por el barranco de la tragedia. Le gritaban, lo escupían, él quiso hacerlo, cuando estaban sobre su cuerpo, tomo confianza y quiso hacerlo, se cogería a todas, una por una, y no solo sería una vez sino tantas veces como sus ganas se lo exigieran, pero el amigo ese, el que se mostraba tan fuerte y erecto a la hora de la masturbación a la hora del amor a solas, ahora era una tripa colgante que ni con tres vaginas dispuestas interrumpía su descanso, ni las bocas, ni las tetas ni las mordiditas ni el hablarle bonito lo pararon. Pinche pendejito pendejito, ahora sí vas a ver, primero te queríamos dar gusto, pero no puedes, ni eso puedes. Se lanzaron a él, con las uñas que antes eran flores, ahora, le abrían la carne; los dientes que antes rozaban acariciando su piel, ahora, la desgarraban. Alma le daba en la cabeza con una regla de metal; Minerva con el tacón de sus zapatillas; Eliza le jaló los huevos hasta abrirlos, luego de machacarlo a chinhazos, con un marcador pintaron en su espalda: “soy puto”. Lo agarraron de los pelos y lo aventaron a la calle. Dentro del departamento se oían risas, se oían lejanas, como si vinieran del suelo. Ramiro no pudo caminar más allá de unos cuantos pasos, terminó tirado en medio de la banqueta, cuando comenzó a llorar vio unos tacones, una falda, unas medias acercarse a él, era la vecina, la morena trenzuda de nalga parada. Puso su boca pegada a la de él, y escupió hacia adentro, luego le clavó la punta del zapato en el estómago, cuando se fue, se fue diciendo con una voz lejana que parecía venir del suelo: “eres un pendejo pero me caes bien”.

4 comentarios:

Miguel A D dijo...

gordo melancólico, estoy acá. Te toca marcarme. no te hagas, no seas huevón.....

Ana Corvera dijo...

Oscarin! aquí descubriendo su blog. tons siempre cuándo es la presentación, el 26 de este mes? pa ir, ya sabe. besos!

Alfredo Carrera dijo...

Ahi tengo ese pendiente, ya casi lo saco. Saludos

Miguel A D dijo...

Esperé y esperé y ud no se dignó. Bueno un abrazo.....